Hoy en día nadie duda de que en el aprendizaje, ademas
de los aspectos formales intervienen también aspectos de tipo afectivo y
relacional, que no se construyen de forma espontanea, ni al margen de las otras
capacidades que intenta desarrollar el niño. Con esto no es de extrañar que el
resultado de estas relaciones también nos afecte de forma global, lo que
significa que en las situaciones de enseñanza son algo más que la posibilidad
de construir significados acerca de contenidos concretos, existe también una
vertiente de construcción de conceptos emocionales o relacionales.
Cuando hablamos de atribuir significado, hablamos de
un proceso que nos moviliza a nivel cognitivo y que nos conduce a revisar y
reorganizar nuestros esquemas de conocimiento para dar cuenta de una nueva
situación, tarea o contenido del aprendizaje, fruto todo ello como resultado
del contraste entre lo dado y lo nuevo. Este proceso de cambio se supone animado por un interés, una motivación, un fin que lo promueve y obliga, en cierta medida,
a la realización del cambio estructural a nivel cognitivo.
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